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| ¡Buenos días!
Cuando estaba en el instituto estudiando Ballicher mi madre me apuntó a clases de pintura. La verdad que con 15 años solo me apetecía estar en mi habitación y vaguear y ella me obligó.
Primero me apuntó a los cursillos de verano que se hacían en mi pueblo, Colindres, y el resto del año encontré un lugar en Laredo. Las clases las daba una chica que se llamaba Montse, en su pequeño estudio. Estaba lleno de libros de arte, carpetas , sus cuadros gigantes abstractos (que por aquel entonces yo no entendía) y ambientado con una banda sonora que a día de hoy cuando la escucho me traslada a aquella época. Las dos horas que iba dos veces a la semana era feliz y entonces supe que yo quería hacer eso en mi vida. Montse había estudiado Bellas Artes en Bilbao.
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Tenía un objetivo y era aprobar en el instituto, para conseguir llegar a Bellas Artes. El día que me dijeron que me admitían fue uno de los días más felices de mi vida y los cinco años que estuve en Bilbao estudiando fue una de las etapas más bonitas y chulas. Empezaba a manejarme sola por el mundo, a descubrir artistas, tendencias, gente... Aprendí muchísimo, de los profesores pero sobre todo de mis compañeros.
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